La Cámara de Diputados de la Nación declara su beneplácito por la incorporación de Venezuela al Mercado Común del Sur-MERCOSUR- por configurar un importante paso adelante para la consolidación y proyección del acuerdo de integración que constituye una política de Estado para la República Argentina.

Señor presidente:

La incorporación definitiva de Venezuela al MERCOSUR es un formidable paso delante de este acuerdo de integración regional y de proyección sudamericana y, más aún, latinoamericana.

El MERCOSUR es una de las políticas de Estado que posee nuestro país. No son muchas, pero ésta es una de ellas. Sin retrotraernos a los más añejos y válidos antecedentes, en los tiempos contemporáneos la idea del MERCOSUR fue promovida por el presidente Raúl Alfonsín en consonancia con su par José Sarney y continuada por sus respectivos sucesores.

Venezuela es geopolítica, geoestratégica, geoeconómicamente vital, crucial, para el futuro del acuerdo de integración, tanto del MERCOSUR como de la Unión Sudamericana, UNASUR. Con absoluta prescindencia de quien gobierne en Caracas, Venezuela es muy relevante para fortalecer el Sur.

Las circunstancias de la lamentable situación política interna que ha vivido el Paraguay, que conllevaron a su temporaria suspensión en el MERCOSUR, no pueden erigirse en obstáculos para la incorporación de Venezuela. Esta presencia venezolana en el MERCOSUR va más allá de interpretaciones jurídicas formales. La gravitación política y económica y la voluntad general están alineadas con la integración, no con el aislamiento.

Venezuela se halla naturalmente solicitada por el Norte, como se dice en la disciplina geopolítica. Puede verse atraída, vía el Caribe, con el norte del continente y así vincularse en las redes de su economía y cadenas de valor. O puede encastrarse en el Sur y hacer lo propio.

Para nosotros el dilema no es neutral. Si bien el Sur y el Norte de este continente deben estrechar su cooperación, lo cierto es que primariamente nuestro subcontinente debe robustecer su integración y desarrollar sus potencialidades. De otro modo, las asimetrías serían letales para nosotros y la nueva distribución del trabajo - nosotros, productos primarios y semielaborados, los otros, alta tecnología y manufacturas con mucho valor agregado - nos condenaría a un estadio material secundario.

Además, en Venezuela está puesta la mira de la República Popular de China y sus comprometidas inversiones por us$32.000 milllones sólo en infraestructura. Ello potencialmente desplaza de estas oportunidades de inversión a empresas brasileñas y argentinas que podrían y deberían realizarlas. El MERCOSUR equipara en oportuinidades a sus miembros y China. Si la potencia oriental opera tratando de a uno, individualmente, a nuestros países, la disparidad prenuncia desventajas para nosotros. Esto es tan evidente como incontrovertible. China es un país altamente industrializado y su presencia sin competencia directa en Venezuela podría desalojar de ese mercado a las industrias del Mercosur.

Con China obviamente que debemos también cooperar, pero desde la fortaleza económica que brinda el MERCOSUR.

Con Venezuela, el MERCOSUR alcanza a constituir el 77 por cien del PBI sudamericano y los 270 millones de habitantes, es decir un coloso emergente con ecos en todo el planeta.

La incorporación de Venezuela a un fortalecido MERCOSUR - que debe empeñarse en remover trabas y, en contraste, promover la libre circulación de personas y bienes, tal como fue y sigue siendo una de sus columnas vertebrales originarias - alienta las expectativas tanto de coaligar esfuerzos con la Alianza del Pacífico - Chile, Perú, Colombia y México - como de lanzar definitivamente a la Unión Sudamericana.

La futura agregación de otros países, como Bolivia, Surinam y Guyana, promete que el MERCOSUR, en circunstancial momento crítico, apuesta no sólo a proseguir, sino a sorprender a propios y extraños con su robustez y efectividad.

Por lo expuesto, pedimos la aprobación de esta declaración de beneplácito.