Paino, Godofredo y Guillermo

Hermanos, colaboradores inseparables y figuras activas del ambiente rosarino de las décadas de 1930 y 1940, se destacaron por su producción conjunta, su defensa de un arte socialmente comprometido y su participación en la renovación pedagógica impulsada por la Mutualidad de Estudiantes y Artistas Plásticos.

Llegaron desde España junto a su padre, ebanista y quien los formó en la talla en madera. En Rosario desarrollaron una trayectoria artística profundamente ligada a la colaboración fraterna. Trabajaron simultáneamente sobre las mismas piezas firmando únicamente con el apellido, de modo que la autoría individual resulta prácticamente indiscernible. Este método compartido, poco habitual en el medio, definió su identidad como dúo artístico.

Participaron en los principales salones y exposiciones del país. Concurrieron al Salón de Rosario (1929), al Salón de Otoño (1937 y 1938), al Salón de Artistas Rosarinos (1943) y al Primer Salón de la Agrupación de Artistas Plásticos Independientes (Galería Renom, 1942). En 1942 expusieron juntos esculturas en las Salas de la Comisión Provincial de Bellas Artes de Tucumán, en el Museo Provincial de Tucumán y en el Automóvil Club Argentino de Mendoza. Godofredo obtuvo, ese mismo año, el Premio Dirección Municipal de Cultura en el Salón de Artistas Rosarinos. Guillermo, además, actuó como jurado artístico y desarrolló una producción de fuerte impronta social que incluyó xilografías y grabados en linóleo de marcado contraste, algunas consideradas “tallas activistas”.

Su participación en la Mutualidad de Estudiantes y Artistas Plásticos de Rosario fue decisiva en la formación de una vanguardia local. Allí enseñaron escultura y grabado en linóleo.

Reconocidos por sus esculturas talladas en madera —entre ellas la figura del Martín Fierro, adquirida por la Comisión Provincial de Bellas Artes— y por la potencia expresiva de sus grabados dejaron una obra conjunta singular que constituye un capítulo distintivo dentro del arte rosarino del período.